Llegar a los postres

En San Sebastián de los Reyes, a unos minutos de Madrid, hay un rincón gallego donde el tiempo parece detenerse. Un espacio amplio y elegante, donde cada comida es una experiencia y cada sobremesa, un deleite.

El momento del postre es un ritual en sí mismo. La conversación baja de revoluciones, las copas tintinean suavemente, y alguien lanza la pregunta inevitable: "¿Pedimos algo dulce?". A veces hay dudas, un cruce de miradas, una sonrisa traviesa. Pero la respuesta es siempre la misma.

Las opciones llegan a la mesa como una tentación irrenunciable. Las filloas, finas y doradas, se presentan rellenas de crema, suaves y delicadas. El cheesecake, denso y untuoso, deja un regusto inolvidable. El milhojas de nata cruje al primer bocado, ligero y equilibrado. Y la tarta de manzana, servida tibia, desprende un aroma dulce que invita a cerrar los ojos y disfrutar.

Patricia Vasco Campos